Manifesto (ES)

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Intifada global: ¡Un manifiesto de liberación compartida, con Palestina como grito de guerra!

El escenario mundial ha sido secuestrado por titiriteros borrachos de poder, donde los hilos del destino estrangulan a muchos para diversión de unos pocos. Pero nosotros, los silenciados, los condenados al ostracismo, los rescoldos de la rebeldía, nos levantamos ahora de las cenizas de la opresión para declarar: ¡No más! Vamos a cortar las cuerdas, encender las llamas de la rebelión y escribir nuestro propio guión. Este es nuestro manifiesto.

Somos las multitudes, los agricultores que cultivan la rebeldía en sus campos, los trabajadores que construyen barricadas a partir de sistemas rotos, los artistas que grafitean la libertad en los muros de la conformidad. Somos los estudiantes que lanzan piedras contra la injusticia, las madres que acunan la rebeldía en sus canciones de cuna, los ancianos cuyos ojos guardan las brasas de revoluciones pasadas. Somos el caleidoscopio de la humanidad, unidos al ritmo de la disidencia, con el espíritu palestino como nuestro tambor de batalla.

Pero nuestro poder ha sido sofocado, estrangulado por fronteras de alambre de espino, sofocado por puestos de control del miedo y encadenado por el puño de hierro de la ocupación. Nos han dividido con muros de prejuicios, nos han envenenado con mentiras y nos han cegado con el humo de su propaganda. Pero nuestra rabia es un ave fénix que resurge de las cenizas de su engaño.

¡No más! Vemos a través de su humo y sus espejos, sus jaulas doradas, sus promesas envenenadas. Vemos los asentamientos que marcan la tierra, los puestos de control que desangran la libertad, los festines para la élite mientras los palestinos están sedientos de justicia. No seremos sus peones, sus juguetes, sus notas a pie de página en su retorcida historia.

Nosotros, el pueblo, desencadenaremos una revolución, alimentada por el espíritu inquebrantable de la resistencia palestina. Desmantelaremos las fortalezas del privilegio, ladrillo a ladrillo. Repararemos el tapiz fracturado de la humanidad, tejiendo hilos de solidaridad a través de fronteras, lenguas y culturas.

Nuestras armas no se forjan con acero, sino con solidaridad. Construiremos puentes de entendimiento, no muros de división. Compartiremos historias de lucha, no estereotipos de miedo. Nos moveremos al ritmo de la resistencia, cantaremos himnos a la libertad y amplificaremos voces silenciadas durante demasiado tiempo.

Esto no es una rabieta, sino un cambio tectónico. Una revolución no para vengarnos, sino para reclamar nuestro derecho de nacimiento: el poder de forjar nuestro propio destino, de unirnos a los oprimidos y exigir un mundo en el que la libertad resuene en todos los rincones, no sólo en los territorios ocupados.

Reclamaremos nuestros recursos, nuestra dignidad, nuestras voces, guiados por el espíritu de autodeterminación. Construiremos economías que alimenten a las personas, no a las empresas. Sanaremos la Tierra, envenenada por la codicia, y viviremos en armonía con la naturaleza, respetando el vínculo sagrado entre los pueblos y sus tierras ancestrales. Educaremos a nuestros hijos en el fuego de la rebelión, empoderaremos a las comunidades para que desafíen la opresión y celebraremos la riqueza de nuestras culturas desafiando los intentos de borrar nuestras historias.

Esto no es un sueño, sino un detonante. Nosotros, el pueblo, una reacción en cadena de resistencia, estallaremos en todo el mundo, borrando las injusticias del pasado y construyendo un futuro en el que el poder popular explote como una supernova, iluminando cada rincón de la humanidad.

¡Únete a la reacción en cadena! Que tu voz sea un trueno, que tus acciones sean una chispa en el polvorín del cambio.

¡Poder para todos los pueblos! ¡Gloria a Palestina!

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